viernes, 27 de septiembre de 2019

La atención es un músculo que se marchita

Marchitarse es perder frescura, verdor, belleza, fuerza, vitalidad.

Para Daniel Goleman, una de las tareas principales del liderazgo es dirigir la atención del equipo hacia donde se necesita, en el momento adecuado.

Según él, para obtener buenos resultados: congruentes con uno mismo, alineados con los objetivos de la organización y ecológicamente responsables, los líderes deben desarrollar en sí mismos y en los demás, tres tipos de atención:

  • La internapara conectar con las intuiciones, anhelos y valores de sus seguidores.
  • La externapara navegar por el entorno organizativo y detectar tendencias que aprovechar. 
  • La atención en los demáspara desarrollar la empatía y mejorar las relaciones a pesar de la competitividad. 
En su rol como responsable último de su equipo, su liderazgo gira en torno a la necesidad de captar y dirigir eficazmente estos tres tipos de atención y hacerlo de forma individual o colectiva según convenga; para poner el foco en los aspectos relevantes que pasan desapercibidos y sin los cuales las personas no tienen ni idea de cómo lo están haciendo, ni si van en la dirección correcta:

  • Individualmente, dar feedback: parafrasear, realizar un gesto de afirmación, emitir un sonido confirmatorio...son señales espontáneas para indicar a las personas que están haciendo aquello que se supone tienen que hacer. Que se les está prestando atención
  • Colectivamente, moderar perspectivas distintas, aprender a escuchar y debatir en un clima de neutralidad, son formas baratas y efectivas para trasmitir que se les tiene en cuenta, y mejorar el rendimiento de las personas y los equipos sin apenas resistencias. 

Prestar atención es un acto revolucionario


Goleman considera la atención (al igual que el feedback) como un músculo que se desarrolla en la medida en que se ejercita y que, en caso contrario, acaba marchitándose.

Eso es cierto. La ausencia de un feedback específico y oportuno es una de las causas comunes de rendimiento inapropiado, pero muchas veces se confunde "prestar atención" con una especie de esfuerzo muscular y se arruga la frente, se abren los ojos de par en par, se retiene la respiración (eso siempre) y se contraen los músculos consiguiendo un efecto contrario al deseado. Dando más la impresión de estar controlando que de ser receptivo a la escucha.

No hay duda que prestar atención supone un esfuerzo y no es fácil de aprender. 

A nuestro cerebro le encanta la distracción, tiene un hambre infinita de satisfacción inmediata y mucho más hoy en día. Las plataformas como Facebook, LinkedIn, YouTube, Twitter, WhatsApp...ofrecen contenidos inconexos, una catarata de información impredecible e infinitamente novedosa que nos inyecta un chute de dopamina imposible de controlar. Un placer tan adictivo que nos conduce compulsivamente a la repetición. 

Por ese motivo, prestar atención, escuchar, es un acto transformador, casi revolucionario. Requiere pausa, paciencia. Una ralentización del tiempo que tenemos olvidada. 

Sin este músculo cognitivo sería imposible seguir una historia, hilar argumentos complejos, aprender, comprender, crear o perseverar en una tarea hasta llegar a concluirla con maestría.

Ya lo dijo Simone Weil al referirse al valor del esfuerzo≪Veinte minutos de atención intensa y sin fatiga valen infinitamente más que tres horas de cejas fruncidas que nos llevan a decir con el sentimiento del deber cumplido: "he trabajado bien"≫.

Solo hay verdadero deseo y se percibe como real, cuando hay esfuerzo de atención.

2 comentarios:

  1. Buena reflexion Vicente. Nuestro entorno VUCA no nos ayuda al "slow down" y a disfrutar de los pequeños placeres de aprender, como a saber comunicar solo escuchando. Abzs.

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    1. Muchas gracias. Yo también lo veo así. La tecnología avanza tan rápidamente y sus posibilidades son tan asombrosas que habilidades como escuchar, conversar o reflexionar están quedando olvidadas. El aprendizaje profundo tiene lugar en el marco de una relación entre personas y en cuestiones humanas nos estamos dejando llevar por un engaño disfrazado de progreso. Abrazos.

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