miércoles, 11 de marzo de 2015

Un lugar llamado red, lo complejo de ser uno mismo entre los demás

Explicado de un modo sencillo, una red es un conjunto de nodos y enlaces que abundan a tu alrededor: la red eléctrica, el alcantarillado, las rutas aéreas, las carreteras... En el caso de las redes sociales, las personas y las organizaciones son los nodos y las conexiones entre ellos los enlaces.

Una características de estas redes sociales es que se construyen de forma voluntaria, nadie está obligado a pertenecer a ellas. Si se mantienen es porque sus miembros dependen entre sí para tener éxito. De hecho, para comprender la complejidad de una red es mejor fijarse en el tipo de interacciones y el interés que las alimenta, que analizar las personas que conecta. (Si quieres profundizar en el tema te recomiendo que leas 'Redes complejas' de Ricard Solé  y 'El poder de las redes' de David de Ugarte que puedes descargarte aquí.)

Como dice Ricard Solé: "Comprender la complejidad requiere abandonar el enfoque analítico por una forma de mirar a la realidad en la que añadimos un elemento esencial: el mapa de conexiones entre elementos": la mirada sistémica.

Con esta nueva mirada, podemos ver la evolución de una red como una serie de cambios que implican un aumento de la complejidad entre aquello que une sus nodos (integración) y lo que los separa (diferenciación).

La diferenciación se refiere al grado en que un sistema está compuesto por partes que difieren entre sí.

La integración es hasta que punto esas partes tan distintas se comunican y comparten objetivos.

Cuando hablamos de evolución biológica, social o psicológica, nos estamos refiriendo a un incremento en la complejidad. Evolucionar es hacerse más complejo y requiere la sinergia de ambas fuerzas opuestas para que sea posible. El avance de una sola de ellas es muy probable que fomente la confusión y el caos durante el desarrollo. 



Diferentes modos de organización de la individualidad


Ser uno mismo

En el caso del ser humano, el periplo hacia la complejidad aparece entre los dos y los cinco años aproximadamente. A esa edad, los niños experimentan una etapa de negación, conocida de sobra por quienes tenemos hijos. 

Con el objetivo aparente de fastidiar a sus padres diciendo 'no' a todo, los niños se afanan por encontrar su propia identidad: rebasan límites y se niegan a seguir las ordenes de los padres. Y es aquí donde comienza su proceso de individuación: su modo de contribuir, de manera original y única, al cometido que dará sentido a su vida.

Si durante el proceso, una persona consigue tan solo ser diferenciada, podrá ser un genio, pero estará llena de conflictos internos. Si por el contrario, ha logrado tan solo una gran integración, tendrá una gran paz interior pero su contribución a la sociedad y a la cultura será más bien escasa.

Una alta integración muy diferenciada sería el colmo de la complejidad.

Entre los demás


En las organizaciónes sucede algo similar. 

Una organización será diferenciada en la medida en que las personas encuentren espacios donde mostrar su individualidad y estará integrada en la medida en que sus miembros estén unidos por compromisos de lealtad  hacia los objetivos. 

Una organización muy diferenciada estaría fragmentada en nodos sin apenas contacto (los famosos reinos de taifas). Por el contrario, en una organización con una alta integración, la libertad de elección sería tan estrecha y monolítica que resultaría asfixiante trabajar en ella (algunas administraciones del Estado, por ejemplo).

Para evolucionar hacia una mayor complejidad, como personas o como organización, será necesario desarrollar ambos polos por igual y reconocer que el mayor experimento de anarquía de la historiala red, nos ofrece un lugar para llegar a ser uno mismo entre los demás. 

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